jueves, 15 de noviembre de 2012

7. SUPERFICIALIDAD.


Después de tres horas de clase, llega el momento de salir al recreo. El patio, ese momento deseado por cada atareado alumno de cada colegio e instituto. Unos aproximados veinte minutos de felicidad que transcurren con espantosa rapidez. Es como aquello de por qué el lunes está tan lejos del viernes y el viernes tan cerca del lunes. Una paradoja a mi parecer. Empleamos ese tiempo en tomar nuestro almuerzo, charlar y despejarnos después de las tres horas lectivas. Lo bueno de mi instituto es que los alumnos de bachillerato podemos salir fuera del recinto escolar, pero no nos es necesario. Justo al lado de la pista de baloncesto, se encuentra un pequeño sobresaliente de hierba artificial en el cual nos podemos sentar bajo la sombra de un árbol de hoja perenne. Desde que entramos a bachillerato, ese sitio nos pertenece. Sí, se podría decir que somos poseedores de un terreno, suena bien. Cada vez que algún pobre niño de primero se sienta feliz en la fresca hierba, es automáticamente avisado y expulsado. Nos temen.
– Arancha, por Dios, cómprate un amigo. – Aúlla Víctor desde la otra punta del patio. Viene corriendo como si en ello consistiera su vida y cuando llega, reprende a la pequeña alumna de segundo. Arancha es una chica que intenta hacerse nuestra amiga desde que empezó el instituto. Creemos que va a segundo de la ESO, pero nunca se lo hemos preguntado. Siempre aparece sentada en medio del césped con su bocadillo de paté, nunca falla. Me pregunto si saldrá antes de clase para llegar antes. Me sorprende, puesto que los de bachiller damos clase en la primera planta y los demás cursos deben subir y bajar las escaleras. A veces consigue asustarme. Es una chica de estatura diminuta, demasiado. Pelo corto y liso, unos ojos oscuros ampliados por las gafas de culo de vaso, como dice Rebeca y unos aparatos que no le permiten cerrar la boca. Me da lástima que se metan con ella, pero llega a cansar. – El día que no aparezcas aquí, vendré desnudo a clase.
– Yo que tú no la tentaría de esa manera. – Le oprime Tomás.
La pequeña agarra su bocadillo y su zumo, y sale pitando por el patio para desaparecer tras el edificio. Es una niña realmente extraña, inusual y curiosa. Me gustaría hablar algún día con ella, para ver qué descubriría del mundo en el que vive. Aunque me da miedo sobre lo que pueda consistir esa conversación, tiene una extraña obsesión hacia mí. A principio de curso comenzó a seguirme por todas partes. No podía ir al aseo sin su consentimiento, y siempre me esperaba a la puerta de clase. Veloz y silenciosa, conseguía alcanzarme allá donde fuera. Todo acabó cuando Iván mantuvo una extensa conversación con ella. Iván es un chico de pequeña estatura para su edad, siempre bromeamos con él metiéndonos con su tamaño, pero nunca le ha importado. Es más, siempre sugería nuevas bromas, no hay mejor antídoto que reírse de uno mismo, e Iván es la prueba de ello. El caso es que la esperó a la puerta de la clase, dijo que se sentía importante por ser más alto que ella, y le soltó un sermón sobre el acoso. No nos contó qué le dijo exactamente, pero todos nos hicimos una idea. Iván puede llegar a ser muy persuasivo con su mirada de ojos verdes.
Todos nos sentamos sobre la hierba formando un círculo. Víctor, Natalia y Lorena se pelean por el pequeño trozo de sombra que ofrecen las hojas del único árbol cercano. Como era de esperar, la batalla es ganada por Natalia, la chica más bruta que he conocido en toda mi vida. Tiene el pelo más largo y lacio del mundo, interminable. Le alcanza hasta el final de la espalda, quizás le haya crecido más. Sus ojos marrones brillan incluso en la oscuridad, es una chica muy guapa. Nadie diría que reparte a todo el mundo. A simple vista, cuando no la conoces, la primera impresión que ofrece es la de una chica normal ligeramente alta. Incluso yo caí en la trampa. Hace dos años que la conozco y todavía conservo un morado del primer día que intimé con ella. Me arreó un guantazo en toda la espalda porque tenía una mosca. Quizás no mató a la mosca, pero a mí, sí.
– Hay que joderse, no aguanto historia, moriré. – Dice Lorena llevándose una mano a la frente, con gesto teatral.
– Mira que eres sufridora, si luego en los exámenes sacas un 11. – Le suelta por toda la cara Samuel. Lo que ha dicho es cierto, Lorena es aquella chica que dice que no estudia pero para un examen de un tema, empieza a estudiar la semana antes. Siempre se pone nerviosa, dice que suspense, y luego saca la mejor nota. He conseguido acostumbrarme, pero suele sacarme de mis casillas. – Das asco.
– Yo también te quiero. – Le responde lanzándole un beso desde el otro lado de nuestro círculo humano.
A mi parecer somos un grupo bastante normal, basado en etiquetas. Como en las típicas películas americanas. Siempre he tenido muchos prejuicios y soy un pelín superficial, pero no voy por ahí insultando a nadie por su aspecto, eso sería una falta de respeto, y educación es algo de lo que puedo alardear. El tema consigue tocarme la moral, porque todo el mundo, diga lo que diga su filosofía, es superficial. Cuando, por ejemplo, en mi caso, veo a un grupo de chicas, no me fijo primero en la que está ligeramente rellenita o en la que lleva gafas y aparato. Es inevitable, siempre dirigiremos nuestra mirada hacia esa persona que destaque por su belleza. Las primeras impresiones son importantes para mí, porque cuando una chica me llama la atención, es perfecta. Todo el mundo se ha encaprichado de alguien por su físico. Ya es el caso de los famosos. No te enamoras de ellos por su bonita personalidad, sino por su bonita cara.
A partir de ahí, todo es un mundo. Llegas a conocer a ese grupo de chicas, resulta que la chica rellenita es muy graciosa y amable y que la de las gafas es muy simpática y dulce. Pero cuando no conoces a nadie, todo se rige por el aspecto. Si muchas chicas que dicen estar enamoradas de mí me conocieran de verdad, quizás se replantearían su 'amor' por mí.
– Protón, vuelve a la Tierra. – Víctor me arroja una bolita arrugada de papel de aluminio a la cabeza. Me da lleno en toda la frente y eso provoca la risa en todos los presentes. Inconscientemente me he quedado con la boca entreabierta. La cierro de inmediato y le devuelvo la pelota a Víctor. – Mira, ya no te aburrirás, tu amada viene por ahí.
Alza ligeramente la cabeza en mi dirección para indicarme que Alicia se acerca hasta nuestra posición. Me pongo en pie peinándome el pelo con la mano y espero a que se sitúe enfrente de mí para darme un beso en el labio inferior. Mi hermano tiene buen gusto. Me agarra de la mano para llevarme con ella, y con la sobrante me despido de mis amigos. Iván hace un gesto obsceno y le muestro mi dedo corazón.
Alicia es una chica medianamente alta, de pelo negro tintado por la altura de los hombros, liso, anteriormente era rubia. Tiene unos ojos verdes provenientes de otro mundo. Siento debilidad hacia los ojos verdes, son preciosos. Pero lo que me hace amar en unos ojos, es la naturalidad y la brillantez. No hay naturalidad en sus ojos enmarcados en lápiz negro ni en sus pestañas falsas que intentan dar el pego, pero es guapa, e inalcanzable. Al menos para los demás.
Caminamos aferrados de la mano, en silencio, hasta llegar a la parte de detrás del instituto. Se supone que es nuestro lugar secreto, pero tiene de secreto lo que yo te diga. Por el camino tenía miedo de que al llegar nos encontráramos con Arancha, que suele aparecer de infraganti haciendo que me asuste de vez en cuando. Ahora soy yo quien va por delante y hago que Alicia se apoye en una esquina.
– Te he echado de menos este fin de semana. – Me susurra con tono adulador a la vez que me peina el pelo hacia atrás. – ¿Y tú?
– No tienes ni idea. – Le respondo tan cerca de sus labios que el aire que expulsa incide sobre mi nariz.
A continuación me agarra del cuello y presiona sus labios sobre los míos con deseo, con una fuerza que no recuerdo haber sentido antes. Me aferro a su cintura con las manos y la obligo a acercarse a mí. Otra cosa buena de Alicia es que besa de manera fenomenal. De vez en cuando me muerde el labio inferior, y eso me encanta. Esta clase de cosas le dan puntos a favor a este estúpido reto con resultados.
– Te quiero. – Me dice tras separarse de mí, todavía abrazándome.
– Yo también te quiero.
Y esa es otra de las mentiras que ha salido tantas veces de mi boca.

2 comentarios:

  1. AKakskal sera mentiroso >.> Puede ser increíble lo que hace la gente por la popularidad. Te quierooooooooooo

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